(PRIMERA PARTE)
Muchas personas me dicen que el perro ladra por todo y quieren que les ayude a eliminar esos ladridos excesivos que tantos problemas le están causando, no solo en su hogar sino en el vecindario.
Los perros NO ladran por todo, siempre tienen una razón para hacerlo. Los ladridos no se eliminan del todo, ya que es la forma de comunicación que mejor entienden los humanos, además de servirle para drenar en algunos casos su frustración y ansiedad.
La clave del éxito para lograr la “disminución” de los ladridos, a un nivel aceptable, se encuentra en determinar las diversas circunstancias que tienen que ver con el ladrido, tenemos que encontrar respuestas a las siguientes preguntas: ¿Por qué está ladrando?, ¿ cuándo ladra?, ¿a quién le ladra?, ¿cuándo comenzaron los ladridos?, ¿donde ladra?, ¿quién está presente cuando ladra?, ¿cuáles soluciones ha intentado y por cuánto tiempo las ha aplicado?.
A continuación voy a guiarme por la clasificación realizada por mi colega y amiga Terry Ryan en su libro The Bark Stops Here (*) de las diversas situaciones en que el perro ladra, trata por favor de identificar en cuál de ellas se encuentra tu perro, la solución no será la misma para los diferentes ladridos. Veamos:
• “Ladrar para llamar la atención: ¡Podría alguien, quien sea, por favor prestarme atención¡”. Eso es lo que significan sus interminables ladridos al llegar del trabajo, cuando estamos viendo televisión o trabajando en la computadora, en la cocina, cuando llega una visita. en este caso el perro es amigable, no es agresivo, ni tiene miedo, lo único que quiere es que le presten atención. Su tono de ladrido es alto, hace una pausa mirando a ver si le prestan atención, incluso puede tocarlos con la pata y vuelve a ladrar. Es amigable… pero insoportable.
• “Ladrar para ofender: ¡Fuera de aquí ahora. De hecho me gustaría mostrarte el camino!”. Estos ladridos son de un perro que defiende su territorio y está dispuesto a morder a quien se le ocurra invadirlo. Su tono de ladrido es tan alto, es corto, estruendoso y por lo general van precedidos de un gruñido. Su cuerpo erguido hacia adelante, orejas y colas levantadas, su mirada es fija e intensa, lomo erizado y nariz arrugada. Nada amigable y sumamente peligroso.
• “Ladrar para defenderse: ¡Tengo miedo. Por favor váyase. Trataré de poner más espacio entre nosotros…si puedo!”. Estos ladridos son de un perro miedoso y van dirigidos contra cualquier cosa o persona que perciba como una amenaza. su tono de ladrido es agudo, lo usa alto como una alarma con la esperanza de alejar las cosas o personas que le asustan. Por lo general ladra y se esconde. Su cuerpo está encorvado, su cola entre patas, sus orejas hacia atrás, sus pupilas dilatadas, lomo erizado y nariz arrugada. Solo amigable con las personas que conoce, podría morder a quien trate de agarrarlo.
• “Ladrar por no tener oficio: ¡No tengo nada que hacer. Ladrar es mi recreación!”. Estos ladridos son por aburrimiento, el perro vago tiene demasiada energía acumulada y no haya como gastarla, utiliza los ladridos para drenar su frustración, el ladrido es como una válvula en una olla de presión sometida a calor. Su forma de drenar no es solo ladrar, por lo general muerde cosas, escarba, rompe la ropa y abre huecos en el patio. Su ladrido es monótono, con un tono medio y de vez en cuando lo matiza con algún aullido.
(SEGUNDA PARTE)
Además de ladrar excesivamente para llamar la atención, ofender, defenderse y por aburrimiento, los perros lo hacen cuando se separan de su ser más querido y también cuando les da la gana de hacerlo, por gusto y sin ningún motivo aparente. Veamos estas dos últimas situaciones:
“Ladrar por la separación: ¡Por favor… podría esa persona tan especial para mi volver a casa ¡”. Eso es lo que significan sus interminables ladridos cuando la persona por quien siente un fuerte apego se separa de él, estos ladridos generalmente son de muy alta intensidad y frenéticos. Caminar de un lado a otro, salivación excesiva, rasgar la puerta, morder cosas, descontrol en los hábitos higiénicos son signos que van acompañados a los ladridos, gemidos o aullidos emitidos por un perro que sufre de ansiedad por separación.
“Ladrar por entusiasmo: ¡ No necesito ninguna razón para hacerlo. estoy haciendo ruido y me gusta!”. Este perro tiene una alta energía y mucho entusiasmo, tanto así que le ladra a cosas que para ningún otro perro tendría interés, las cosas en movimiento lo estimulan. Su tono de ladrido es alto y repetitivo, cuando ladra corre de un lado a otro o da vueltas, con frecuencia está alerta, mueve su cola y su respiración es agitada.
He diseñado terapias con el fin de reducir los ladridos a un nivel que sean aceptables, no para eliminarlos. Antes de comenzar, asume el compromiso de cambiar. El “milagro” o la “magia” ocurrirá solo si tu cambias, tendrás que ser mejor persona de lo que has sido antes, ya no gritarás, golpearás o amenazarás al perro.
PERROS QUE LADRAN PARA LLAMAR LA ATENCIÓN:
La solución es más simple de lo que imaginan: “NO prestarle atención cuando ladre y capturar el momento preciso en que se calle para premiarle”. Esto no es para nada cruel, es ser firmes en la educación. Cuando en una juguetería un niño, sin habérselo ganado, arma un escándalo exigiendo que le compren un juguete, y el padre para evitar lo embarazoso de la situación accede a comprárselo, ha sido débil y le ha enseñado al niño que con sus pataletas consigue lo que quiere.
Aclaro que mis conocimientos en comportamiento infantil humano son limitados y solo puedo hablar desde mi experiencia como padre, en mi caso no accedo a comprar el juguete en ese momento, posteriormente le explicaría que cuando quiera el juguete debe aprender a pedirlo y que debe haber una razón para ello, tal vez por sus buenas notas, buena conducta, un cumpleaños, etc. Con mi actitud calmada y serena el niño entenderá que gritando y pataleando no le sirve de nada y que su buen comportamiento le hará merecedor del juguete. Eso si, cumpla su palabra y si se ganó el premio entrégueselo.
Al igual como somos firmes con nuestros hijos debemos serlos con el perro, si ladra excesivamente para que le prestemos atención debemos ignorar ese comportamiento, hacerle saber con nuestra actitud calmada y tranquila que ladrando no conseguirá que lo miremos, toquemos o hablemos. Si lo miras pierdes, si lo tocas pierdes y si le hablas también pierdes. Esta es la primera parte del ejercicio, para que sea realmente exitoso debes capturar el momento exacto en que se calle, ASÍ SEAN SEGUNDOS, le das en ese preciso momento un premio (comida, caricias, juguetes, paseo). Ten mucho cuidado en no caer en una nueva trampa del perro: ladrarte para que le des el premio. La gratificación debe dársele por estar callado no por ladrar.
Otra solución efectiva para esta situación es: “Enseñarle al perro a ladrar a la orden”. Por muy contradictorio que parezca esta es realmente buena, ya que cuando ponemos un comportamiento (ladrido) bajo control (orden verbal), en ausencia de la orden el ladrido desaparecerá. Este es un axioma o máxima de la teoría del aprendizaje. Si vamos de paseo con los niños en el carro y están hablando fuerte o gritando, si queremos que hablen bajo o se callen, no perdamos tiempo pidiéndoles que se callen, lo hemos hecho varias veces y no ha funcionado: Les vamos a pedir que griten lo más fuerte que puedan por uno o dos minutos, si lo hacen, al terminar nos paramos y le compramos helados.
Al día siguiente repetimos la misma operación, les pedimos que griten por un minuto o dos, al callarse le llevamos a comer helados. Al tercer día ellos van a querer gritar para comer helados, si gritan fuerte sin que se lo hayamos pedido no conseguirán nada, tendrán que esperar la orden, mientras esperan están en silencio. En pocos días tendremos niños hablando suave o callados durante el paseo, esperando que le demos la orden de gritar para llevarlos a comer helados. Con el perro debemos hacer lo mismo darle la ORDEN para que ladre, si lo hace le damos el premio, si ladra sin darle la orden no le damos nada, con el tiempo si no le pides que ladre no lo hará. Muy fácil, no tienen excusas para no hacerlo. ¡Éxitos!
Por: Carlos Betancourt – El hombre que escucha a los perros
Fuente: http://www.mascotasya.com/
Comments are closed.