Para muchos dueños de mascotas, el perro o el gato es un miembro más de la familia; ¿es peligroso es contacto tan cercano con nuestros animales?
La Asociación Estadounidense de Medicina Veterinaria calcula que en Estados Unidos hay 163 millones de perros y gatos mascotas: 78 millones son perros y 85 millones son gatos.
Y en una encuesta llevada a cabo por la organización en 2015, 63% de esos dueños de mascotas dijeron que consideraban a sus animales como miembros de su familia.
Así, quienes tienen una mascota suelen jugar con ellas, compartir su comida con ellas y muchas veces hasta compartir la cama.
Entonces, como un miembro más de la familia, ¿debemos dejar que nos den muestras de afecto, como un «beso» en la cara?
Si pensamos en dónde ha estado el hocico de nuestra mascota, la respuesta que surge de inmediato es «no», por muy adorables y limpias que parezcan.
«Los perros pasan la mitad de su vida colocando la nariz en esquinas asquerosas u oliendo las heces de otros perros así que sus hocicos están llenos de bacteria, virus y gérmenes de todo tipo», dice John Oxford, profesor emérito de virología y bacteriología de la Universidad Queen Mary de Londres, en un artículo en el blog «The Hippocratic Post».
Pero no sólo es lo que nuestras mascotas olfatean, también está lo que transportan en la saliva.
La mayoría de las enfermedades infecciosas que afectan a los perros y gatos no afectan a los humanos, y viceversa. Pero algunas infecciones, las llamadas enfermedades zoonóticas, sí pueden transmitirse entre animales y humanos.
Y este contagio se produce cuando una persona entra en contacto directo con la saliva o las heces de un animal infectado.
Entre las bacterias zoonóticas más comunes que pueden causar enfermedades en humanos están la salmonella, clostridium, E. coli y campylobacter.
Esta última puede causar diarrea y gastroenteritis, que en Reino Unido es la causa más común de envenenamiento alimentario.
Infección sin síntomas
Se cree que casi la mitad de los perros mascotas tienen una infección de campilobacteriosis, muchos de ellos sin presentar síntomas.
Y un perro infectado con salmonellosis o campilobacteriosis puede transmitir la bacteria a su dueño por contacto de saliva o las heces.
«Los humanos pueden contraer esta enfermedad si no ponen en práctica una higiene apropiada después de estar en contacto con un animal infectado», dice el profesor Oxford.
Hay otras bacterias que pueden transmitirse tanto del perro a su dueño como del dueño a su mascota, como la E. coli, una infección grave que incluye diarrea vómito y deshidratación.
Los perros y gatos también pueden transmitir infecciones fúngicas, como la dermatofitosis (comúnmente llamada tiña), aunque esta no se transmite por la saliva sino al tocar una superficie que ha estado en contacto con la infección.
Y nuestras queridas mascotas también pueden propagar parásitos como el ascaris, cuando un humano accidentalmente se traga los huevos de este gusano.
Hay otros riesgos. Un estudio llevado a cabo en Francia entre 2001 y 2011 encontró que 42 niños menores de 4 años resultaron infectados con la bacteria Pasteurella multocida, que se encuentra de forma natural en la saliva de animales.
Casi la mitad de los niños estudiados eran bebés recién nacidos y la mayoría de estos resultaron infectados como resultado de perros o gatos que los habían lamido.
El estudio subrayó la necesidad de reducir el contacto entre bebés y mascotas.
«Bien cuidadas»
Pero a pesar de todos estos posibles riesgos, los expertos aseguran que las bacterias y patógenos de nuestras mascotas no presentan un riesgo elevado para la mayoría de la gente.
De hecho, tal como señala el doctor José Luis Blanco, profesor del Departamento de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, «en muchas ocasiones es una persona la que contagia una enfermedad a un perro, y no al revés».
Tal como le dijo experto a BBC Mundo «si nuestras mascotas están bien cuidadas, con sus vacunas y tratamientos antiparasitarios al día», la transmisión de estas enfermedades de mascotas a humanos «hoy día prácticamente son residuales en ambientes urbanos».
«Todos debemos ser conscientes de que nuestros perros van oliendo todo tipo de porquerías en sus paseos», recuerda el profesor Blanco.
«Entre esas porquerías se pueden portar bacterias que nos originen algún tipo de problema. Pero esto se solventa con unas normas básicas como es lavarse las manos siempre antes de comer, o no permitir que el perro esté en la mesa de comida».
La recomendación de los expertos es que la gente con sistemas inmunes debilitados, como aquellos que se han sometido a tratamientos de quimioterapia o personas con VIH, eviten tener contacto con la saliva de sus mascotas.
Para el resto de la gente, tal como asegura el doctor Clark Fobian, expresidente de la Asociación Estadounidense de Medicina Veterinaria, «basta tener una conciencia sana de lo que está en la boca de nuestras mascotas».
Y el profesor Blanco está de acuerdo: «Yo particularmente no beso a mi perro habitualmente, pero como todos, me he llevado algún lametazo en la cara».
«Sinceramente, no le doy mayor importancia», le dice el experto a BBC Mundo.
Fuente: Extraido de la Nacion, nota de BBC Mundo
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