La Traqueobronquitis infecciosa canina, comúnmente llamada tos de las perreras, es una enfermedad de carácter vírico cuyo principal síntoma es la tos seca. Esta dolencia se puede equiparar en personas a un catarro o una gripe, aunque no es del todo igual.
Aunque la tos de la perrera no reviste gravedad, es contagiosa. Por ello conviene detectarla a tiempo y poder tratarla.
La tos seca e intensa es el principal síntoma de esta enfermedad canina. La expectoración que experimenta el perro es tan intensa que puede expulsar espuma blanca por la boca y vomitar de manera esporádica.
La tos de las perreras puede presentarse con síntomas leves; sin fiebre o con tos moderada. En estos casos, la enfermedad remite sin necesidad de tratamiento. Sin embargo, en otras ocasiones el perro tiene fiebre y cúmulo de flemas color verdoso, además de una persistente tos seca. Frente a este cuadro clínico, el veterinario tiene que aplicar un tratamiento que ayude a que los síntomas disminuyan.
La vacuna contra el virus de la tos de las perreras es la forma más efectiva de combatir esta enfermedad. Lo habitual es que esta vacuna se aplique al perro con seis meses de edad y se lo revacune cada año.
La época en que la tos de las perreras afecta más a los canes es en otoño e invierno. El frío puede frenar la actividad de las defensas del perro y es entonces cuando el virus que provoca la tos de las perreras ataca el organismo del can.
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